24 de septiembre de 2012

LOS LADOS DEL CÍRCULO



Los edificios clásicos, compuestos con una matemática rigidez y simetría, un academicismo abstracto de supuesto origen divino y carácter universal, provocan una serie de indeseadas tensiones a la hora de ponerse en funcionamiento, de relacionarse con sus usuarios o de albergar una actividad (como por ejemplo para qué lado tirar en una escalera imperial); la perfección de sus proporciones resultan incómodas a la hora de materializarse. Pero curiosamente, parece que en las plazas de toros, un edificio difícil de superar en su concepción geométrica, esas tensiones se resuelven de una forma muy fluida y natural de tal manera que no todas las partes del círculo son iguales.

El esquema de un ruedo no puede ser más puro, el circo podría ser el Mito de la Cabaña aplicado a la génesis de la composición, el dibujo de la planta de una plaza de toros puede ser perfectamente un cuadro de Malevich, aquel que quiso inventar una nueva realidad abstracta partiendo del cuadrado blanco sobre fondo blanco:


 

El círculo representa el ruedo y el cuadrado los corrales. Pero ahora hay que encajar el programa de necesidades para que se puedan celebrar los espectáculos taurinos y lo curioso es que apenas se desvirtúa la composición original:


 (Las plazas son muy diversas, esto es un mero esquema.)
 

De repente ha aparecido un elemento extraño: la Presidencia, ¿qué hace ahí, fuera de lugar? ¿A qué se debe? Lo demás parece organizado en un eje muy sencillo: toros y toreros entran por el mismo lado (curioso) y los segundos a veces salen por el opuesto, si es que no acompañan a los toros de vuelta.

Lo que puede explicar la asimétrica situación de la Presidencia (que hace que el paseíllo de los toreros trace una extraña curva), son dos influencias externas al ruedo que inutilizan en gran medida una parte sustancial de la arena: los corrales y el sol, dos elementos a evitar. El primero, porque el toro, aún sin saber de geometría (mucho aprende en un cuarto de hora pero no tanto), siempre recuerda de donde ha venido y acercarse a los toriles le puede hacer perder el interés por el tema, especialmente si es manso. El segundo, no tanto por lo incómodo de trabajar al sol, y más porque hay que torear cerca de los que más pagan y de tus chavales no sea que... Así que a no ser que salgas a los medios, el ruedo se queda en muy poco, y justo en el eje de ese resto está la Presidencia:

(El esquema se orienta hacia el sol de la tarde, no hacia el sur.)



Todo esto explica muchas rutinas de la Fiesta: que el torero empiece la lidia bajo la presidencia y coloque a uno de su cuadrilla para tapar la salida del toro hacia los toriles y a otro hacia la solana de tal manera que se lo devuelvan cuando el animal galopa fresco; que siempre se pique con el caballo que se sitúa cerca de la Puerta Grande y la Presidencia, que el público “humilde” pero “entendido” se sitúe en las localidades de  solysombra más próximas a la zona donde se torea, el famoso siete, en lugar de en el tendido simétrico y aparentemente igual situado encima de los corrales; que los pasillos y escaleras que llevan a los tendidos tengan ese laberíntico recorrido por cuestión de tarifas y que a veces dan lugar a aseos públicos en cuanto a que se ve su interior desde arriba; que la Presidencia se sitúe en ese caprichoso lugar… y que sea el único espectáculo de masas en el que se permite el alcohol no es por lo anterior, sino que probablemente por el buen ambiente.

Ahora podemos entender por qué hay un sitio muy concreto para cada cual dentro del círculo, por qué unas entradas son más caras que otras pareciendo las localidades  iguales y por qué los toros, los toreros y los aficionados distinguen las distintas caras del  círculo a pesar de su pureza geométrica. Si el círculo a veces simboliza la idea de la Igualdad, no es en el ruedo.

Don Curro.