Actualmente nos encontramos reacondicionando un
edificio de oficinas cuya construcción se remonta al año 1981. La estructura
del mismo es muy sencilla: una retícula de soportes de hormigón armado
separados 7,20 metros entre los ejes.
¿Por qué 7,20 m. y no los habituales 6,00, 7,50…?
Cuando levantamos los planos del estado previo quedó claro, se trata de una
cifra divisible por casi todo (en base de decímetros) resultando un número
entero; de hecho, el factorial de 72 es igual a 2³ x 3²:
Si se compara con la retícula de 6,00 m. o de 7,50 m.,
la primera no tiene nada que envidiar ya que no es otra que la base “6”, pero
resulta una luz un poco pequeña hoy en día y presenta problemas de
aprovechamiento de los garajes y la segunda resulta menos divisible:
Con lo anterior, resulta fácil distribuir un forjado
reticular (si nos olvidamos que hoy en día los nervios son más anchos que en
1981) así como una planta de techos registrables con sus luminarias, detectores
y sondas:
Y ya si se quiere ser un histérico, lo que no resulta
tan fácil, como suele ser habitual, es encajar una distribución de mamparas
ajustada a esta malla a pesar de que los módulos acristalados miden ó 120 cm. ó
150 cm., este último sumado a una puerta de 80 cm. de hoja con sus jambas suma
2,40 cm.:
Esta modulación también permite la distribución óptima
de un aparcamiento aunque de forma más ajustada que la clásica retícula de 7,50
m. entre ejes, especialmente si los coches no siguen creciendo hasta el punto
de entrar un clásico Mini o 500 dentro del maletero de sus versiones modernas
(ejemplo con plazas medianas del Plan General de Madrid, de 2,25 x 4,50 m.):
De todas formas, puede que no sea muy recomendable ser
tan cuadriculado a la hora de proyectar, esto recuerda a la escuela francesa.