David Hockney expone su obra más reciente en el Guggenheim de Bilbao, el de Ghery. Creo que viene de la Tate
Modern, una pena no haberla podido ver allí, pero después de muchos años sin
visitar el Guggenheim es una alegría ver
que esta arquitectura de consumo se conserva bien y conserva su atractivo. Además,
ha sido un placer volver a dar un paseo por la exposición permanente, por irresistible
gravedad, de Serra, aunque aquí sea inevitable eso de pensar que “yo me
esperaba los suelos también ondulados después de ver el envoltorio del
edificio” y más con estas esculturas.
Algunas impresiones rápidas sobre la obra de Hockney:
1. ¡Prolífico! Parece adicto a
la pintura, ¡cómo a sus, entorno de, setenta años puede tener esta producción
tan grande! Ama pintar.
2. Muy curiosos los cuadros realizados
con ipad e impresos en gran formato compartiendo sala con los óleos (gran controversia
ésta). De cerca los ipad pecan de
falta de textura pero de lejos la intensidad de su color deja tristes a los
óleos. Un primer trabajo serio muy expresivo para haber salido de una máquina.
3. Recuerda a los
impresionistas o a su anterior maestro Van Gogh, y queda demostrado en la sala
en la que hay unos pocos carboncillos de los paisajes, resultan en apariencia
muy realistas, pero se difieren de los óleos en muy poco, en el color, y es
cuando uno mejor se puede ver que los cuadros de Hockney son en esencia muy clásicos
menos en eso: en la aplicación del color (y en lo que sigue).
4. La obsesión sobre cómo se
ven las cosas, la perspectiva matemática “redescubierta” en el Renacimiento es
pura matemática y no concuerda con cómo realmente ven los paisajes la combinación
de los dos ojos humanos o una cámara de fotos con su lente curva. Si sólo pinta
un cuadro, éste aparece con sus fugas deformadas, pero si compone una de sus
superposiciones de cuadros para formar un paisaje, todo él se aplana, sus líneas
convergen o son paralelas, es un collage de vistas con el objetivo muy cerrado.
Y sobre esto último, un genial libro del propio artista:
Libro: SECRET
KNOWLWDGE
(Rediscovering
the lost techniques of the Old Masters) (2001)
Autor: David Hockney (1937)
Edición: Thames
& Hudson
Un divertido libro en el que Hockney expone sus investigaciones sobre la
utilización desde hace siglos de cámaras por parte de los maestros de la
pintura. Gracias a la aparición de utensilios o de las propias cámaras oscuras
en sus cuadros, al análisis de las deformaciones de los objetos fuera del foco,
a cómo curiosas manchas son figuras reconocibles si se reconstruyen en el
espacio… Pero el provocador Hockney no se puede quedar ahí como si de un historiador
del arte se tratase y decide construir sus propias cámaras, lentes o proyectores
para experimentar con su mano los resultados de la utilización de estas
técnicas: escorzos imposibles, contrastes de luz exagerados, puntos de vista
muy próximos resultando unos estilos muy similares a Ingres o a los maestros
flamencos… y lo que subyace debajo de todo esto: lo mucho que se puede expresar
con la pintura tras la invención de la fotografía, siguen siendo maestros. Es
genial el mural que construye con fotos de cuadros clásicos sobre la historia
del realismo en la pintura.
Pero volviendo a los suelos del Guggenheim:
¡qué pena que sean horizontales y las escaleras ortogonales!
Don Curro.