Urbanismo VI
¿Por qué se repiten tanto las tipologías en la
edificación y particularmente en los edificios de viviendas? ¿Por qué en España
no se da la variedad que se puede ver en otros países? ¿Por qué se repiten
soluciones y elementos desafortunados?
En anteriores escritos sobre urbanismo se ha analizado
la influencia de las leyes del suelo y de los planes generales de ordenación en
el resultado final de la ciudad. Pero sin duda, estas figuras de planeamiento
también llegan a determinar el aspecto de los edificios.
El más claro ejemplo: a poca gente creo que le gustan
los inútiles miradores que en Madrid exhiben los edificios de viviendas
construidos en los últimos tres lustros; la proliferación de estos incomprensibles
elementos no se debe a una moda o a un capricho estético, sino a una serie de
artículos de las Normas del Plan General de Ordenación Urbana como por ejemplo
el que define sus características:
-
Artículo 6.6.9. de “Salientes o vuelos de fachada”.
[…]
d) Mirador: Es
un cuerpo saliente acristalado en todo su perímetro y altura, cuyo pavimento es
prolongación en vuelo hacia el exterior del suelo de la pieza a la que sirve.
El vano a través del que se accede al mismo tendrá una anchura inferior a
doscientos veinte (220) centímetros. No podrá sobresalir, respecto a la fachada,
más de setenta y cinco (75) centímetros. La longitud máxima de su frente será
inferior o igual a doscientos ochenta (280) centímetros, y su parte acristalada
no rebasará una longitud mayor en treinta (30) centímetros al ancho del vano;
no podrá cerrarse con antepechos macizos ni opacos.
Pero el resultado es que, en lugar de tener el clásico
mirador madrileño ubicado en una estrecha calle formado por una fina perfilería
de forja, tenemos unos innumerables miradores de gruesa perfilería de aluminio
con persianas por dentro que involuntariamente nada recuerdan a lo que se
pretendía. Y eso que parecía que en el artículo se describía el mirador de toda
la vida.
Entonces, ¿por qué se persiste en este elemento?
Sencillamente porque su superficie no computa como edificada gracias al
Artículo 6.5.3. de las mismas Normas de “Superficie
edificada por planta”. O lo que es lo mismo, sus 2,10 m2. no
consumen edificabilidad pero sí se pueden vender como construidos, y como esto
no es América y el promotor está obligado a sacar el máximo partido de las
parcelas por el alto precio del suelo, lo normal es que al arquitecto se le
solicite que los incluya en el proyecto. Afortunadamente, este mirador es caro
de construir y a veces deja de compensar.
Pero no sólo la normativa urbanística puede resultar
peligrosa a la hora de condicionar los edificios, por supuesto también la
normativa técnica. Por ejemplo, en los nuevos bloques de manzana cerrada, se
echa de menos esos patios ajardinados con una amplia piscina e incluso pista de
tenis; y no es porque el promotor prefiera gastar más dinero en solar la mitad
del patio, esto se debe a la normativa de prevención contra incendios que
obliga a que los camiones de bomberos puedan llegar a toda vivienda con su
escalera, no se discute la necesidad de estas calles interiores, sólo se
analiza el resultado: un patio con un residuo de zona verde en el que el calor
se almacena en los pavimentos y el ruido retumba por las superficies duras (no
digamos si encima se instala la pista de padel). Y un ejemplo de algo que exige
la normativa pero que no parece ser necesario: el lavapiés, todos entendemos
que las piscinas se tengan que vallar por seguridad, pero que para entrar a su
recinto haya que saltar por encima de una charca sucia en la que se supone que
la gente tiene que meter los pies con escasa eficacia de cara a la higiene…
Se podría seguir rebuscando en la normativa, pero por
concluir: ¡qué complicado es legislar! Y más si se hace desde la presunción del
perpetuo incumplimiento de las normas y de la falta de educación de la gente,
pues cuanto más se restringe, define y regula creyendo hacer un mundo más
democrático y feliz, más necesario se hace infringir para simplemente conseguir
lo que uno tiene derecho. Hay que confiar más en los promotores,
técnicos y ciudadanos.
Don Curro.
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