Cádiz, especialmente el Cádiz atlántico, puede que sea el lugar en el que
menos se molesta la gente, en el que menos se preocupa la gente y en el que más
gracia sin más tiene la gente. Esta forma de ser se refleja en cuantiosas
anécdotas que, sean ciertas o no, son a la par una lección y un genial divertimento,
así que, aunque a algún gaditano no le guste que esto se enlate porque pierde
toda su gracia, aquí recopilo alguna de ellas, total, molestarse no se va a
molestar por ello.
La primera es cierta, porque la viví en agosto de 2006. Llevaba varios días
pasando por el centro de El Puerto y siempre me encontraba con don C.V., ya
fuera tomando un café, una cervesita
o practicando cualquier otra actividad ociosa. Así que un día tuvo que llegar
la conversación:
-
Pero tú, no estás de vacaciones, ¿no? –pregunto–.
-
¡No, qué vá! ¿Por qué lo dises? –y añade– ¿Te parese
que vivo bien?
-
Pues sí…
-
Pues así todo el año.
Otra historia verídica. Tras un año sin abrir la casa de veraneo, una
señora llega de vacaciones y se la encuentra hecha una pena, entonces llama al chapuzardinero para todo encargado del mantenimiento
durante el invierno al cual abronca y encarga la reparación urgente de una
serie de cosas; a los quince días se da esta conversación:
-
¡Zeñorá! De las diez cosas que uté me pidió –abre
la mano con sus cinco regordetes dedos–, no he hechso ni una.
Ahí tenía que haber terminado la cosa, no se puede pedir más, o te mueres
de risa o le asesinas sin explicaciones, pero la incrédula señora reincidió regañando
a er Mazi, y éste, templando la
situación concluyó.
-
¡Hay qué vé zeñora! Con ese caracte uté no
llega a vieja.
Una ocurrida el pasado año (o no), durante una reunión del equipo
internacional de ingenieros que dirige la construcción del nuevo puente sobre
la Bahía, el de La Pepa. En ella,
algún miembro de la ingeniería alemana que encabeza el proyecto se preocupa por
la precisión de unas mediciones realizadas por un aparato que no parece ser de
su confianza; el gaditano responsable del asunto, intentando tranquilizar al
colega, en lugar de sacar las fichas técnicas de homologación, calibración u
otras tonterías, expone:
-
¡Éto!, eto e´ horrorozo de presiso.
Otra noche más…
Don Curro.
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