El STOP
Madrid, el madrileño y centenario bar, con sus espejos revistiendo las paredes tiene
esa solera que es imposible de replicar. El pequeño local parece más grande de
lo que es, resulta etéreo al
desmaterializarse sus muros, se presta a miradas indirectas y por los estrechos
huecos de la fachada parce que entran las animadas calles que lo rodean.
Dentro del local, en las proximidades de las
fachadas, gracias a los espejos que forran las jambas de los huecos, es donde
mejor se puede apreciar el juego mágico que proporcionan los vidrios fragmentando
y barajando las imágenes. Se van a estudiar dos ubicaciones
concretas:
Esquema aproximado de la planta del STOP Madrid.
La primera ubicación (A) se sitúa más o menos en el cruce
de los ejes de las dos puertas que enmarcan la esquina del local, sobre un
taburete del barril. Aquí, al juego proporcionado por los espejos, se añade incrementándose
la confusión de la vista un escaparate interior, acristalado y de forma
irregular, con todas sus paredes también forradas por espejos y con unas
estanterías de vidrio.
Esquema de la panorámica desde A.
La segunda ubicación (B) se encuentra en la mesa
baja del ventanal, entre los dos espejos que forran el interior de hueco de
fachada. Desde este punto se consiguen unas secuencias de reflejos entre ambos
cristales que permiten ver tanto el interior del local como la calle en un
amplio abanico sin necesidad de moverse.
Esquema de la panorámica desde B.
En los anteriores esquemas se superponen la realidad
(en negro) y las imágenes reflejadas en los espejos (en rojo). Pero para
comprender mejor los efectos de los espejos se pueden aislar las imágenes
reflejadas:
Desde la primera posición (A), ahora podemos
apreciar cómo, a pesar de los gruesos muros de las fachadas que interrumpen la
vista directa hacia la calle y del escaso ancho de los huecos de paso, casi la
totalidad de la vista que se tiene es del exterior, se puede tener la falsa
percepción de que la mirada atraviesa los muros de la esquina.
En la segunda posición (B) también podemos apreciar
cómo, gracias al doble reflejo de la pareja de espejos que enmarcan el hueco,
se alcanza a tener una visión más amplia de la calle. Además, en los ángulos
exteriores de la panorámica se multiplican las reflexiones atravesando hasta
tres veces los espejos de tal manera que puedes ver a tus compañeros de mesa
desde distintos puntos de vista e incluso la zona posterior del local tal y
como gustaba en el lejano Oeste.
Para percatarnos del amplio campo de visión que
facilitan los espejos, conviene comparar los anteriores esquemas, que bien
parecen cuadros del Op Art (no Pop Art), con el campo de visión que
se tendría de no existir los vidrios. Ni superponiendo las panorámicas de ambos
puntos de vista se alcanzan los resultados de uno solo de ellos:
Las panorámicas no son continuas, se encuentran
fragmentadas y sus trozos son inconexos,
esto facilita la confusión entre lo que se ve directamente y podemos posicionar
con facilidad y lo que es reflejado y que nos cuesta ubicar. Para entender
mejor qué se está viendo a través de cada espejo se pueden aislar y tramar las
zonas que se reflejan:
Zonas que se ven sin
moverse a través del espejo izquierdo de la posición B.
Zonas que se ven sin moverse a través del espejo
derecho de la posición B.
Tras haber analizado los esquemas anteriores, nos
damos cuenta de algunos de los efectos extraños que producen los espejos. Por
ejemplo, como se ha podido apreciar, los espacios y objetos se pueden llegar a
ver varias veces simultáneamente en distintos sitios:
El peatón se ha multiplicado por seis, todas las
imágenes indirectas menos una caminan en sentido contrario al verdadero
viandante. Es la proyección de la persona dentro del escaparate interior lo que
desconcierta y su visión fue la que animó el presente estudio, “¿qué hace esa señora ahí dentro?”, aparece
tenuemente por reflejarse en el cristal largo del expositorio.
Otro efecto muy desconcertante es dónde va
apareciendo una persona que bordea el local, su recorrido va a resultar un poco
caótico aun teniendo sólo en cuenta la reflexión en los espejos y no en los
cristales:
El peatón
aparecerá en escena en la secuencia de la numeración, y a ritmo de Helter
Skelter (The Beatles –no U2–): Apareces por la izquierda, primero cerca, luego
lejos mientras te aproximas, al mismo tiempo vienes por la derecha y te divides
para volver atrás; de repente desapareces, y
te vuelvo a ver otra vez; caminas hacia ti y cuando desapareces te alejas
en sentido contrario.
Es normal
que si ves fuera a alguien conocido, estúpidamente primero le intentes saludar,
pero casi seguro que lo hagas a un inerte a la vez que animado espejo, y si
sales a la calle a buscarle, no tengas idea de a dónde se ha dirigido.
Tras
acabar de ver los juegos de imágenes y panorámicas que recrean los espejos del
STOP Madrid, con planos próximos y alejados en casi el mismo punto de vista,
objetos multiplicados y perspectivas cruzadas, no resulta extraño que se suela
salir de este agradable bar algo mareado… (nada tiene que ver con el vermut.)
Don Curro.