Libro: DELIRIO DE NUEVA YORK (1978)
Autor: Rem Koolhaas (1944)
Edición: Gustavo Gili
Genial, divertido, interesante y a veces insólito
libro sobre el urbanismo y la arquitectura de Nueva York que puede leer y
disfrutar cualquiera sin necesidad de ser arquitecto o interesado en el tema.
El autor, el arquitecto holandés Rem
Koolhaas, define el libro como un “manifiesto retroactivo”, como si a la ciudad
le faltase definir su objetivo y su justificación. ¿Y qué encuentra en común en
las diversas épocas y actuaciones del desarrollo de la metrópoli?, precisamente
lo que hace divertido e insólito el libro: en Nueva York se han realizado los
mayores esfuerzos racionales y técnicos para conseguir los propósitos más sorprendentes
e irracionales. Para ello se ha borrando de la trama urbana todo aquello que no
sea una creación humana, incluso cuando se han recreado o reconstruido la
naturaleza.
El manifiesto
retroactivo comienza con una breve introducción que parece más bien el
capítulo de conclusiones, luego pasa ligeramente por lo que denomina la
prehistoria de Manhattan para entrar en el más insólito pero cierto capítulo
sobre los parques de atracciones de Coney Island de principios del año pasado.
Geniales, materializados con la idea de
que nada es imposible son para Koolhaas el laboratorio del futuro Nueva York,
en donde se ensaya lo imposible e insólito: mortales y gigantescos toboganes
que terminaban en el mar, el edificio incubadora con auténticos bebés,
arquitecturas fantásticas, un edificio que se quema todos los días... Como
ejemplo, la descripción de una de las auténticas falsas atracciones que bien
recuerda a la impactante posterior película de Freaks:
Liliputia,
la “ciudad enana”: si Dreamland es un laboratorio para Manhattan, la “ciudad
enana” es un laboratorio para Dreamland. Trescientos enanos que habían estado
desperdigados por todo el continente como atracciones en las ferias mundiales
reciben la oferta de establecer aquí una comunidad experimental permanente, “un
pedazo del viejo Núremberg en el siglo XV”.
[…]
Dentro
de los muros de la capital enana, las leyes de la moralidad convencional son
sistemáticamente desatendidas, un hecho que se anuncia para atraer a los
visitantes. La promiscuidad, la homosexualidad, la ninfomanía y cosas por el
estilo se fomentan y se exhiben ostentosamente: los matrimonios fracasan casi
tan pronto como se celebran, y el 80 % de los recién nacidos son ilegítimos.
Para aumentar el escalofrío producido por esta anarquía organizada […]
Posteriormente llegan los capítulos dedicados
a los rascacielos, desde los primeros que son simples crecimientos verticales
hasta el Rockeffeller Center como ensayo entre la clásica Manhattan y la modernidad, pasando por “La Catedral”
(el Woolworth) o el Waldrof Astoria. Koolhaas hace un fino análisis de los
despropósitos que general estos venerados productos: en sí mismos, ciudades
independientes de miles de habitantes con infinidad de servicios cuya vida se
sustenta en la congestión irracional. El culmen, una fiesta en la que los
arquitectos se disfrazan de sus edificios:
La
noche del baile, 3.000 invitados llegan al hotel Astor, en Broadway, para
asistir a “un programa de acontecimientos cruciales y deliciosos placeres”.
El
conocido interior del hotel ha desaparecido y ha sido reemplazado por un vacío
oscuro como boca de lobo que sugiere la infinidad del universo o la del útero
de Ferris.
[…]
Los
invitados, con sus disfraces bicolores, plata y rojo fuego, siguen trayectorias
como cohetes. Una “calle principal cubista” parece un fragmento de unos futuros
Estados Unidos distorsionados por la modernidad.
Unos
“refrescos futuristas” –una bebida que tiene aspecto de un metal líquido- y
unos “meteoritos en miniatura” – malvaviscos asados- son servidos por
silenciosos sirvientes vestido de negro y, por ello, casi invisibles. […]
Determinados
mensajes subliminales pero serios flotan en el ambiente y pueden aislarse de la
sobredosis de información sugestiva. Esos mensajes recuerdan a los arquitectos
de Nueva York que este baile es en realidad un congreso, que esta ceremonia es
el equivalente en Manhattan del CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura
Moderna) que se celebra al otro lado del Atlántico: un delirante tanteo en
busca del “espíritu de la época” y de sus implicaciones para una profesión cada
vez más megalómana.
Antes de concluir el libro de forma extraña con
proyectos ya utópicos o irreales, pues las conclusiones ya se mostraron al
principio, el manifiesto se centra en el desembarco en la isla de los europeos
Dalí y Le Corbusier. El primero fracasa en su empeño de escandalizar pues la
ciudad no sólo le supera sino que le aportar las vivencias más surrealistas que
jamás haya podido imaginar; el segundo fracasa en su nefasta propuesta de
ciudad inhumana que propone como alternativa a la que estima invivible Manhattan,
se enfrenta a la congestión sin éxito. Muy divertidos los relatos en particular
de ambos desembarcos.
Un libro para pasarlo bien se sea o no del
gremio.
Don Curro.
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