La publicidad se conoce como el arte del engaño y de las verdades a medias,
por lo que no conviene hacer uso de las matemáticas para fingir que se
demuestran las bondades de cualquier producto:
ORAL B TRIZONE
“… comparado con un cepillo manual,…
elimina hasta el 100 % de la placa..., más”
Enrevesada frasecilla: está claro, nos transmiten que este magnífico
cepillo que parece un perro saliendo del agua elimina el 100 % de la placa.
Pero lo que realmente están diciendo es que elimina, ¡como mucho! o hasta, el
doble de placa que un cepillo corriente sin corriente, claro que desconocemos
lo que elimina el manual (lo dejamos en X unidades de placa):
Vienen a decir que con un cepillo manual se elimina menos del 50 % de la
placa porque si no sería imposible que el Oral B Trizone pueda eliminar el
doble que su competencia. Vamos, que nos dedicamos a almacenar grandes
cantidades de placa día a día.
Pero ahora sorprende lo de la eficacia: en el anuncio se dice que el inquieto
Trizone hace 48.000 “cambios de
dirección” por minuto frente a las 600 de un cepillo manual (no será el mío).
Es decir, que el Trizone es como un
caniche que corre mucho pero no avanza ya que el cepillo manual resulta 40 veces
más eficaz:
Dato inaceptable en la era de la fe en la eficiencia energética.
DANACOL
“… añadido a tu dieta…
reduce hasta un 10 % adicional…”
Otra frasecita, pero esta es más sencilla: si por ejemplo tengo 200 mg/dl. del
colesterol malo y, cosa improbable, me pongo un mes a dieta cumpliendo con ella
y, cosa plausible, bajo a 190 mg/dl.; si he tomado todos los días ese Danacol, me
habrá ayudado a bajar un 10 % adicional, es decir, de 190 a 189 mg/dl. Gran progreso,
¡merece la pena!
Ahora, la pregunta es: si como fue mi caso, tras un mes de dieta pasé de 206
mg/dl. a 214 mg/dl., de haber tomado ese Danacol diario, ¿hubiese conseguido
llegar a 214,8 mg/dl.?
La industria de la cerveza y el vino debería
contraatacar informando de su más agradable y económica eficacia contra el
colesterol, claro que no lo necesitan, sino cómo se explica que los anuncios
más bochornosos sean los de la cerveza.
Y por cierto, VALOR y COLA-CAO: que ya sé que
afortunadamente “sin azúcares añadidos” no significa “sin azúcar”.
Don Curro.
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