12:32 del sábado 18 de febrero de 2012: Paseo de Papalaguinda de León. Camino del vino.
Tres ancianos realizan ejercicios en los aparatos de gimnasia instalados para mayores en el parque que recorre el río, van vestidos de calle con sus largos y pesados abrigos encima. La señora se encuentra sentada en el banco que tiene enfrentados unos pedales y que mira hacia el Paseo, pedalea con las piernas muy abiertas por lo que no es de extrañar que luego le duela todo, no por el suave ejercicio efectuado, y a pesar de las múltiples capas de la ropa que lleva, está tranquilamente mostrando toda su intimidad a los viandantes que circulan por delante.
13:32 del sábado 18 de febrero de 2012: Avenida de la Facultad de Veterinaria de León. De vuelta del vino (historia algo menos fiable).
Un asiduo loco de la zona se asoma al Paseo de Papalaguinda vociferando para todos los lados “¡Qué soy yo! ¡Qué soy yo!” y refunfuña otras cosas ininteligibles.
En la acera opuesta, un joven no tan joven, con la cabeza pequeña en relación al cuerpo a pesar de la perilla, va paseando a un perro. En ese momento llega a la altura de una terraza en la que trabaja una camarera modelo Ofelia pero más delgada a excepción de su parte escotada. El joven no tan joven se dispone a cortejar a la camarera para lo que empieza una caballerosa conversación: “No era para ti, ¿no?”, en referencia al loco. “¿Qué?”, responde el doble de Ofelia. “¿Qué si no era para ti?”, insiste pero el tráfico ahoga sus palabras. La camarera tarda en preguntar otra vez y el joven no tan joven repite la pregunta al mismo tiempo, vuelven a no entenderse. Otro intento: “¡Qué si no era para ti!” “¡Qué!” “¡Qué si no era para ti!” “¡Qué!” No hay manera, se han sincronizado.
Don Curro.
Pequeñas historias reales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario