En la Casa del Lector se exponen
algunas de las fotografías que Ryszard Kapuscinski realizó en los viajes que
hizo por la antigua U.R.S.S. justo tras su desmoronamiento, mientras preparaba
“El Imperio”, muy recomendable (el libro, no tanto la exposición).
Hay una fotografía que llama la
atención, puede que la menos artística en sí pero que retrata directamente un
genial monumento que parece sacado de la muy anterior película de Fritz Lang:
la estatua del héroe nacional Yuri Gagarin que se encuentra en Moscú.
Parece que también en Moscú aún se
levanta otro singular e impresionante monumento dedicado a los héroes del
espacio:
Estas imágenes recuerdan a las fotografías
de Jean-Pierre Pedrazzini que ilustraban otro gran libro sobre la historia soviética:
“Érase Una Vez la U.R.S.S.” Escrito por un joven Dominique Lapierre, relata el
primer viaje que unos occidentales
hicieron libremente por las
repúblicas socialistas en 1956. Contrastan los parajes rurales en los que
apenas existían carretas o puentes y ninguna gasolinera con los edificios
institucionales, los monumentos o las grandes pancartas petrificadas.
Muchos de los memoriales erigidos en
la relativamente corta historia de la U.R.S.S. siguen en pie, especialmente los
más gigantescos como la colosal Madre Patria en Volgogrado (Stalingrado), ¡de
hormigón!:
El estilo de la anterior escultura
es atípicamente clásico, pero en nuestra mente tenemos una imagen más
expresionista del arte soviético, un estilo que responde a la determinación de
eliminar lo superfluo y meramente decorativo como en estos ejemplos de
conmemoraciones de la amistad con Bulgaria y Ucrania o de la escultura que
remataba el pabellón ruso de la Exposición de París de 1937:
O a la necesidad de representar la
pureza y sencillez de sus obreros y profetas:
Pero no todo es sobriedad, los
monumentos debían relatar la epopeya y al igual que en el arte primitivo, se han
de transmitir claramente las ideas y la historia. Estos tremendos ejemplos de
Georgia y Mongolia tienen su función evangelizadora:
Y si hay un arte que permite expresar
el respaldo divino a la par que es idóneo para la representación de escenas es
el gótico (y el románico), pero la variedad de monumentos en los que se percibe
un templo o una escena religiosa es muy amplia, lo que Steiner llama la nostalgia del absoluto:
Y por último, resulta interesante
cómo la labor evangelizadora que Lenin planeó, dejó un innumerable número de
memoriales y monumentos diseminados por el Mundo: en la antigua Yugoslavia, en
Corea del Norte, en Senegal…
Pero sin duda, el monumento más
conocido ideado por los soviéticos fue el dedicado a la Tercera Internacional,
aquel que curiosamente no se pudo construir y que albergaría las cámaras del
pueblo:
Don Curro.
Nota:
desgraciadamente no he visitado estos monumentos, por lo que creo que es el
primer artículo del blog en el que el material gráfico no es de mi creación, así
que supongo que hay que enumerar algunas de las fuentes, todas ellas de
Internet:
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