Urbanismo XI
La “rotonda española” no es un baile. Al contrario que
nuestros vecinos los franceses, no somos muy dados a complicar las cosas a la
hora de inventar, y sin embargo, hemos creado una tipología única de rotonda
que fulmina completamente el gran invento para el tráfico que ésta supone: se
trata de la “rotonda con semáforos”, o “rotonda española”.
Expresado con claridad: a un invento que sustituye el
semáforo o el “stop” por el “ceda el paso” le hemos puesto semáforos. Para esTo
podríamos haber dejado los cruces de toda la vida, en ellos tienes que parar
las mismas o menos veces que en una “rotonda española” ya sea de día o de noche
y nadie circule por la zona:
En el anterior ejemplo de giro a la
izquierda no tiene sentido la segunda vez que se para y es difícil librarte de
la tercera haya o no peatones. Pero los semáforos no son el único elemento que
caracteriza a la “rotonda española”, también tenemos otros como que muchas veces
no se pintan los carriles y se ensancha mucho la calzada respecto de las calles
que se encuentran en ella. Esto produce que, si se tiene la suerte de pillar
los semáforos abiertos, puedas ir recto a la velocidad que quieras o que se
aprovechen para adelantar lo que produce un torpe apelotonamiento en las
salidas a las calles. También se tiende a hacer la entrada y salida a la
rotonda en perpendicular a sus carriles en lugar de tangencialmente empeorando
la agilidad del tráfico y dificultando la visibilidad:
Pero había que dar otro paso más y,
con cierta nostalgia del cruce, hemos creado la “rotonda partida con
semáforos”, o “rotonda española y olé”, insuperable:
Ahora toca ser constructivos y para
ello nos podemos fijar en las rotondas británicas, puede que los mejores
haciendo un urbanismo bueno (porque lo estudian en detalle), bonito (porque les
crece todo sin esfuerzo) y barato (por el concepto de mínimos de lo público):
Ya estén en la ciudad o en el campo,
su forma no es redonda sino que se adapta orgánicamente a las vías que se
cruzan en las rotondas; se accede a las mismas tangencialmente y hay una
continuación entre los carriles de las calles o carreteras con los carriles
circulares de la rotonda de tal manera que los coches casi no se molestan
entres sí, se incorporan y salen limpiamente; antes de llegar al cruce,
señalizan (en el suelo o en pequeños carteles por lo de barato) en qué carril
hay que ponerse en función de a donde se vaya... Sin duda, si el Imperio
Británico, al contrario que el español, sigue existiendo, es porque no pierden
el tiempo en las rotondas, o en tonterías como comer o ducharse.
La próxima ya la hacemos mejor (y hay de todo en todas partes).
Don Curro.
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