17 de octubre de 2012

DELIRIO DE NUEVA YORK



Libro:        DELIRIO DE NUEVA YORK (1978)
Autor:       Rem Koolhaas (1944)
Edición:    Gustavo Gili

Genial, divertido, interesante y a veces insólito libro sobre el urbanismo y la arquitectura de Nueva York que puede leer y disfrutar cualquiera sin necesidad de ser arquitecto o interesado en el tema.

El autor, el arquitecto holandés Rem Koolhaas, define el libro como un “manifiesto retroactivo”, como si a la ciudad le faltase definir su objetivo y su justificación. ¿Y qué encuentra en común en las diversas épocas y actuaciones del desarrollo de la metrópoli?, precisamente lo que hace divertido e insólito el libro: en Nueva York se han realizado los mayores esfuerzos racionales y técnicos para conseguir los propósitos más sorprendentes e irracionales. Para ello se ha borrando de la trama urbana todo aquello que no sea una creación humana, incluso cuando se han recreado o reconstruido la naturaleza.

El manifiesto retroactivo comienza con una breve introducción que parece más bien el capítulo de conclusiones, luego pasa ligeramente por lo que denomina la prehistoria de Manhattan para entrar en el más insólito pero cierto capítulo sobre los parques de atracciones de Coney Island de principios del año pasado. Geniales, materializados  con la idea de que nada es imposible son para Koolhaas el laboratorio del futuro Nueva York, en donde se ensaya lo imposible e insólito: mortales y gigantescos toboganes que terminaban en el mar, el edificio incubadora con auténticos bebés, arquitecturas fantásticas, un edificio que se quema todos los días... Como ejemplo, la descripción de una de las auténticas falsas atracciones que bien recuerda a la impactante posterior película de Freaks:

Liliputia, la “ciudad enana”: si Dreamland es un laboratorio para Manhattan, la “ciudad enana” es un laboratorio para Dreamland. Trescientos enanos que habían estado desperdigados por todo el continente como atracciones en las ferias mundiales reciben la oferta de establecer aquí una comunidad experimental permanente, “un pedazo del viejo Núremberg en el siglo XV”.
[…]
Dentro de los muros de la capital enana, las leyes de la moralidad convencional son sistemáticamente desatendidas, un hecho que se anuncia para atraer a los visitantes. La promiscuidad, la homosexualidad, la ninfomanía y cosas por el estilo se fomentan y se exhiben ostentosamente: los matrimonios fracasan casi tan pronto como se celebran, y el 80 % de los recién nacidos son ilegítimos. Para aumentar el escalofrío producido por esta anarquía organizada […]

Posteriormente llegan los capítulos dedicados a los rascacielos, desde los primeros que son simples crecimientos verticales hasta el Rockeffeller Center como ensayo entre la clásica Manhattan y la modernidad, pasando por “La Catedral” (el Woolworth) o el Waldrof Astoria. Koolhaas hace un fino análisis de los despropósitos que general estos venerados productos: en sí mismos, ciudades independientes de miles de habitantes con infinidad de servicios cuya vida se sustenta en la congestión irracional. El culmen, una fiesta en la que los arquitectos se disfrazan de sus edificios:

La noche del baile, 3.000 invitados llegan al hotel Astor, en Broadway, para asistir a “un programa de acontecimientos cruciales y deliciosos placeres”.
El conocido interior del hotel ha desaparecido y ha sido reemplazado por un vacío oscuro como boca de lobo que sugiere la infinidad del universo o la del útero de Ferris.
[…]
Los invitados, con sus disfraces bicolores, plata y rojo fuego, siguen trayectorias como cohetes. Una “calle principal cubista” parece un fragmento de unos futuros Estados Unidos distorsionados por la modernidad.
Unos “refrescos futuristas” –una bebida que tiene aspecto de un metal líquido- y unos “meteoritos en miniatura” – malvaviscos asados- son servidos por silenciosos sirvientes vestido de negro y, por ello, casi invisibles. […]
Determinados mensajes subliminales pero serios flotan en el ambiente y pueden aislarse de la sobredosis de información sugestiva. Esos mensajes recuerdan a los arquitectos de Nueva York que este baile es en realidad un congreso, que esta ceremonia es el equivalente en Manhattan del CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna) que se celebra al otro lado del Atlántico: un delirante tanteo en busca del “espíritu de la época” y de sus implicaciones para una profesión cada vez más megalómana.

Antes de concluir el libro de forma extraña con proyectos ya utópicos o irreales, pues las conclusiones ya se mostraron al principio, el manifiesto se centra en el desembarco en la isla de los europeos Dalí y Le Corbusier. El primero fracasa en su empeño de escandalizar pues la ciudad no sólo le supera sino que le aportar las vivencias más surrealistas que jamás haya podido imaginar; el segundo fracasa en su nefasta propuesta de ciudad inhumana que propone como alternativa a la que estima invivible Manhattan, se enfrenta a la congestión sin éxito. Muy divertidos los relatos en particular de ambos desembarcos.

Un libro para pasarlo bien se sea o no del gremio.

Don Curro.

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