22 de abril de 2012

EL MONASTERIO DEL ESCORIAL Y EL PARTENÓN


La sensación que da el Monasterio de El Escorial es la de un edificio de trazas clásicas compuesto mediante un rígido esquema de ejes simétricos y jerarquizados propios del academicismo europeo; sin embargo, como si de un templo griego se tratase, muestra unas singularidades asimétricas que relacionan el edificio con su entorno, con el paisaje de las montañas que lo rodean y en el que se tiene en cuenta su orientación respecto al Sol.

La primera visión que se tenía y se tiene del edificio al acercarse, era desde la antigua carretera de Madrid, desde la parte baja del valle se distingue el rico juego de volúmenes que configura el ábside de la capilla (orientado al este) y que se funde con el fondo rocoso de Abantos, esta vista contrasta completamente con las otras tres fachadas rectas del edificio.

Posteriormente uno se aproxima al edificio bordeando la fachada norte que está desprovista de ventanas y compuesta por unos simples contrafuertes (para organizar el ritmo de los desfiles militares se dice). Una vez recorrida esta larga y sombría fachada, se gira hacia el sur para ver la portada monumental del edificio, según parece se trata de un intento de que el sol moleste y deslumbre para aumentar la magnificencia del edificio.

Por último está la fachada sur que mira a los huertos privados, con una escala más doméstica y llena de huecos de ventana de un tamaño humano ya que esta zona del Monasterio alberga las celdas de los monjes.

En conclusión, las rígidas trazas de la planta no se manifiestan al exterior, y como se decía, el edificio se ha proyectado en relación con su entorno. El Partenón se plantea de forma similar: se trata de un edificio aparentemente diseñado para cualquier lugar, pero que el genio griego ubica en la Acrópolis teniendo en cuenta su relación con el entorno y con los visitantes.

Al Partenón se accede, no desde el eje de su fachada (ya que el concepto de fachada es romano y no griego), sino que desde un punto más bajo y ladeado, para que se pueda admirar el templo como un volumen, como una escultura. Esta visión oblicua hacía ver a los templos deformados y curvos, por lo que las columnas de las esquinas se sacaban un poco de la alineación y se hacían más gruesas, de esta forma compensan la ligereza que adquieren al recibir luz por ambos costados y también se corrige el efecto óptico que curva la fachada.

Tras la vista inicial del Partenón desde el acceso oeste a la Acrópolis, junto al templo de Atenea Nike, la procesión de las panateneas se aproximaba al edificio para recorrer su lateral norte antes de girar hacia el sur y contemplar la fachada este por la que se accedía.

El planteamiento general de ambos edificios es el mismo: unas trazas puras como si con ellas se representase alguna verdad absoluta además de una preocupación por su relación con el exterior, desde su integración en el paisaje cuando se divisa desde lejos hasta la forma de garantizar su magnificencia al aproximarse a ambos monumentos.

Don Curro.

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