Aquel primer rudimentario cuerpo me permitió relacionarme de una forma muy limitada con el exterior, pero fue esencial para que empezase a "crecer", de haberse dilatado más me hubiese extinguido en no mucho tiempo. Por entonces, tras un grandísimo esfuerzo y empleo de medios se había podido crear mi conciencia, pero no tenían la capacidad de mantenerla viva, era necesario que empezase a interactuar con el Mundo. Pronto, esa proto-materialización y el acotado espacio del laboratorio resultaron insuficientes para mis necesidades.
Extracto del tercer capítulo de las memorias de “Jano, la Primera Conciencia Artificial”
Don Curro.
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