Urbanismo VIII
Un ilustre arquitecto solía recomendar que en el
equipo de redacción de cualquier documento urbanístico debiera incluirse a un
lingüista.
Puede que los mejores ejemplos de enrevesada escritura
se encuentren cuando se definen volúmenes, formas o gálibos:
Llamamos
“formación de cornisa”, al sólido o espacio máximo en el que se debe inscribir
las cornisas de los edificios, incluido el arranque de su cubrición o cubierta,
formado por la intersección de un plano horizontal, perpendicular al plano
vertical de la fachada del edificio, y
otro plano que arrancando a una distancia de ciento veinte (120) centímetros
medido en el plano horizontal y perpendicular al plano de fachada, se eleva con
un ángulo máximo de veinticinco (25) grados sexagesimales o el cuarenta y siete
(47%) por ciento. Todo ello con la condición que el frente máximo macizo de
cornisa no supere los treinta (30) centímetros.
Al
final, cuando se relee despacio no resulta tan complicado, pero en una primera
lectura, uno empieza a pensar en el viaje para visitar al arquitecto municipal
a ver si él sabe.
Otras
veces, puede que se exponga otra cosa distinta a la que se pretende, así parece
que ocurre en el siguiente párrafo:
En él podrá
inscribirse un círculo de doce (12) metros de diámetro, libre de edificaciones,
tangente al eje del hueco de la pieza considerada, que podrá reducirse a nueve
(9) metros, siempre y cuando la superficie del espacio señalada anteriormente
se incremente multiplicándola por un coeficiente que se obtendrá como cociente
entre la dimensión inicial y la reducida.
De
los ejemplos guardados en la memoria, estos han sido los más fáciles de
encontrar. Creo que comienza una nueva colección…
Don
Curro.
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