Libro: EL MAESTRO JUAN MARTÍNEZ QUE ESTABA ALLÍ (1934)
Autor: Manuel Chaves Nogales (1897-1944)
Edición: Libros del Asteroide
Tras leer la genial biografía
“Juan Belmonte, Matador de Toros” (*), apetecía mucho leer esta otra biografía
del mismo autor. Se trata de las peripecias de un bailaor flamenco de origen
burgalés al que Chaves Nogales conoce en París y al igual que hace en el libro
del torero, lo escribe en primera persona del protegonista.
El maestro Juan y su mujer Sole
se encuentran felizmente actuando en París hasta que en 1914 un turco decide
contratar sus servicios y se los lleva a Estambul, allí tienen gran éxito pero
comienza la Gran Guerra y la capital turca cae bajo el dominio alemán. Pueden
seguir trabajando pero las relaciones con un general del ejercito invasor se
complican y deciden huir a Rumanía, que al poco de llegar ellos, declara la
guerra a Alemania así que deciden volver a huir, esta vez a Rusia.
Pero ya sabemos lo que pasa en
Rusia en marzo y octubre (nuestro noviembre) de 1917. El matrimonio queda
atrapado en la nueva nación socialista en donde han prohibido los cabarets, pasan
a ser burgueses y no tienen donde trabajar. Tienen que volver a escaparse, esta
vez a Kiev, pero al poco de llegar, la ciudad es tomada y perdidad
sucesivamente por los ejércitos rojo, blanco, ucraniano y polaco. Sobreviven a
las balas y cuando definitivamente se impone la Dictadura del Proletariado se mudan a Odesa donde la gente se muere
de hambre y frío. Allí realizan su última huída que por fin les saca del helado
infierno seis años después de llegar.
La biografía de esos años vividos
en las repúblicas socialistas, muestra toda la crueldaz que viven desde el
tranquilo y resignado punto de vista del maestro. Trágico y cómico. Muy
recomendable; siguiente libro de este autor en espera: “A Sangre y Fuego”.
Don Curro.
Manuel Chaves, en boca de Juan Martínez, nos anticipa lo que va a ocurrir según pisa por primera vez las tierras rusas, y lo hace de esa forma inocente con la que no parece que hable de la muerte:
ResponderEliminar"En Rusia, me he convencido luego, el problema está en serle simpático o no a la gente. Es como en España. Cuando se cae en gracia, todo está resuelto. Pero si no se cae en gracia, se muere uno sin poderse valer. Los rusos no son malas personas, pero sí muy desiguales, arbitrarios y caprichosos."
Aunque esa visión, a veces se endurece al describir la situación en la que constantemente tiene que usar la picaresca para sobrevivir:
"Y, a fin de cuentas, lo mismo le daban a uno un tiro en la cabeza por obedecer a los bolcheviques que por no obedecerles."
Y de vez en cuando, lo anterior mezclado con humor como el capítulo en el que la Checa de Kiev lo clasifica de forma extraña, pero mejor eso que…