Hoy en día, cualquiera puede esquiar
muy bien si consigue no molestar mucho a sus tablas, si tan solo las deja
correr solas.
El "carving" no es una moda, sino el resultado del desarrollo llevado a cabo conjuntamente por las ingenierías de fábricas de esquís y los campeones del mundo que éstas contratan para ir mucho más rápido, más controlado y más cómodo.
Se han conseguido fabricar esquís que se curvan con un radio constante a lo largo de sus cantos, siempre que el peso de tu cuerpo se transmita como está previsto, de tal manera que su trazada sea limpia, sin derrapar, como sobre carriles:
El esquí, estructuralmente, funciona
como un doble voladizo, y ha de tener una inercia variable para que su
deformación, o curvatura, sea igual cerca de la bota donde sufre más momento
torsor que en las puntas en donde apenas llega la tensión transmitida por el
esquiador:
No ha debido ser nada fácil, al anterior diagrama hay que añadir la sección
variable debida a curvatura de los cantos en planta. Pero lo más complicado, ha
debido ser resolver la contradicción consistente en que en los extremos, donde
el esquí es menos resistente al momento fletor en el plano de su eje, es donde sin
embargo más momento torsor transversal sufre. Parece que esto se solucionó,
sobre todo, trenzando en diagonal las fibras que arman un esquí, el caso es que
han conseguido que no te vayas recto, al suelo, cuando más tumbando te
deslizas:
Ahora esquiamos mirando hacia donde
vamos, dejando trabajar a los esquís que son mucho mejores que nosotros, y con
esto, de paso, han conseguido salvar nuestras rodillas.
Don Curro.
grande..
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