25 de febrero de 2013

INGENIERÍA EN EL ESQUÍ



Hoy en día, cualquiera puede esquiar muy bien si consigue no molestar mucho a sus tablas, si tan solo las deja correr solas.

El "carving" no es una moda, sino el resultado del desarrollo llevado a cabo conjuntamente por las ingenierías de fábricas de esquís y los campeones del mundo que éstas contratan para ir mucho más rápido, más controlado y más cómodo.

Se han conseguido fabricar esquís que se curvan con un radio constante a lo largo de sus cantos, siempre que el peso de tu cuerpo se transmita como está previsto, de tal manera que su trazada sea limpia, sin derrapar, como sobre carriles:


El esquí, estructuralmente, funciona como un doble voladizo, y ha de tener una inercia variable para que su deformación, o curvatura, sea igual cerca de la bota donde sufre más momento torsor que en las puntas en donde apenas llega la tensión transmitida por el esquiador:


No ha debido ser nada fácil, al anterior diagrama hay que añadir la sección variable debida a curvatura de los cantos en planta. Pero lo más complicado, ha debido ser resolver la contradicción consistente en que en los extremos, donde el esquí es menos resistente al momento fletor en el plano de su eje, es donde sin embargo más momento torsor transversal sufre. Parece que esto se solucionó, sobre todo, trenzando en diagonal las fibras que arman un esquí, el caso es que han conseguido que no te vayas recto, al suelo, cuando más tumbando te deslizas:


Ahora esquiamos mirando hacia donde vamos, dejando trabajar a los esquís que son mucho mejores que nosotros, y con esto, de paso, han conseguido salvar nuestras rodillas.

Don Curro.

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