26 de enero de 2012

TOKIO (2ª parte)

Algo curioso del anterior “post” sobre Tokio (diciembre de 2011), es que no haya mencionado la gastronomía de una de las ciudades en la que más se puede disfrutar de la comida, y es que merece un comentario a parte.

Tokio está plagado de restaurantes, y comercios en donde comprar comida para comer de cuclillas en algún parque o “winter garden” si la flexibilidad te da para mantener un poco de dignidad. En el día a día se puede comer muy bien y muy barato (unos 4 o 5 euros con el cambio actual que algo subió) en pequeños restaurantes perfectamente arreglados y limpios, con sus flores en los aseos y con un servicio que no puede ser más educado y atento; la mayoría de estos sitios son de sopa de pescado a la que le echas un poco de lo que quieras, especialmente tallarines, están buenísimas y la única pega es tener que soportar al vecino sorbiendo sin pudor, costumbres.

Pero por un poco más, se puede comer en sitios muy agradables que suelen estar completamente especializados: de sushi, de teriyaki, de sashimi, de fugu (pez globo venenoso)... si se va a fugu a fugu y si se va a Rolex a Rolex. El tema se distingue claramente porque suelen exhibir lo que ofrecen con unos escultóricos rótulos además de tener vitrinas junto a las puertas con peceras de fugus vivos o maquetas muy realistas de la comida; y no es para que el escaso turista se entere de qué se da, sino para que ellos sepan cómo se sirve.



Si se quiere probar algo bueno, el bolsillo se resentirá menos que en Madrid, unos 50 euros, ya mencioné la muy recomendable guía Wallpaper de Phaidon. Lo mejor para disfrutar sin pensar es pedir que te traigan lo que ellos quieran; la honradez fuera de la política de un nipón es absoluta, (así probé por primera vez un sake bueno que jamás se me hubiese ocurrido pedir). Un punto y aparte fue cenar en el restaurante japonés del lujosísimo Park Hyatt (Lost in Translation) tras unas copas de media tarde en el piano bar de la última planta de este curioso rascacielos de Kenzo Tange: tres horas de una excelente comida, difícil de describir y muy divertido el show de cómo te van haciendo las cosas en la mesa.

El problema de los buenos restaurantes es encontrarlos, a veces es complicado, muy pocas calles de Tokio tienen nombre, los barrios sí, y las manzanas están numeradas, y dentro de las manzanas los edificios siguen una secuencia irregular de números, luego, si se da con el número y no se dispone del nombre del sitio en japonés no sabremos qué local es o en que planta está, la única forma es viendo si el número de teléfono coincide. Si se va en taxi, lo más seguro es que no conozca el sitio y se pierda, y si pregunta en las simpáticas garitas de policía ubicadas junto a las estaciones de metro destinadas únicamente a orientar a la gente (pues no hay delitos), allí estarán tan perdidos como el taxista y se perderá un tiempo precioso a la par que cómico pues no podrán no ser amables e intentar localizar el restaurante. En definitiva, la única forma es comprar un callejero en el que vengan los números de las manzanas y de los edificios. (Es un misterio para qué sirve la segunda planta de las garitas.)



Pero tras unos tres días de buen comer en Tokio, viene la crisis: no se ha ingerido una sola gota de grasa y el organismo empieza a demandar energía de forma desesperada. Lo primero que uno intenta recordar es dónde vio el último restaurante americano para ir allí a engullir un poco de comida insana, pero apenas existen en Tokio, así que con las fuerzas flojeando, uno vuelve al hotel en cuya carta, si no es de una cadena americana, no figura una triste hamburguesa o pizza con doble de queso. Simplemente te vas a dormir con mucha hambre a pesar de haber comido excelentemente todo el día. Recuerdo que a un japonés que comía cochinillo en Segovia le preguntaron si le gustaba más que el sushi, e impertérrito contestó que no para sorpresa de los presentes. No es de extrañar, el pobre nipón estaba ingiriendo en un solo plato más grasa de la que tenía previsto nutrirse en toda la vida alcanzando unos niveles de colesterol inaceptables por culpa del sabroso cochino, como mínimo iba a necesitar hibernar ese año.

¡Japan is different!

Don Curro.

20 de enero de 2012

DIARIO ÍNTIMO AJENO, DÍA 7

9:06 del viernes 20 de enero de 2012: Calle de San Bernardo de Madrid.
Unos operarios se encuentran podando los árboles, tres de ellos, motosierra en mano, se hayan desmenuzando las  ramas cortadas tiradas por el suelo.
Repentinamente suena como arranca otra motosierra sobre sus cabezas, alzan la mirada hacia el compañero subido en la cesta y le gritan relajadamente: "¡Oeehhhu! ¡Oeehhhu!" Ya es tarde, y un montón de ramas cae sobre uno de ellos que se gira protegiéndose. Afortunadamente queda envuelto por las ramas finas que han caído y no le alcanza la parte del tronco; se deshace de la maleza y se vuelve hacia su compañero exhibiendo una amplia sonrisa, exclama tranquilamente: "¡Qué nos quieres matar!" Y todo sigue con normalidad.

Don Curro.
Pequeñas historias reales.

18 de enero de 2012

EN UN PARQUE SE DEBE EDIFICAR

Urbanismo II

En un parque se puede edificar, y de hecho conviene hacerlo para garantizar unos servicios y dotarle así de cierto atractivo, en definitiva garantizar que tenga vida. Los grandes parques históricos albergan construcciones de todo tipo en su interior: Aranjuez, El Retiro, La Casa de Campo, Tiergarten, Hyde Park, Central Park… todos disponen de palacetes, templetes, quioscos, cafeterías, pabellones y hasta zoos o parques de atracciones.

Sin embargo, por culpa de esta obsesión ecologista por la que se desea todo verde, muy muy verde, cual el Romancero, en los últimos planeamientos se ha tendido a suprimir o restringir la edificabilidad de las zonas verdes.

Si tomamos el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid de 1997, el vigente en la actualidad y que nos ocupa por su próxima modificación, tenemos que se distinguen dos tipos de zonas verdes: nivel básico y nivel singular; en grandes rasgos el primero corresponde a los parques o jardines de barrio y el segundo a otros de mayor influencia y tamaño. Lo sorprendente, es que por ejemplo, en el primer tipo de parque, el básico, no se contempla que se pueda implantar el uso terciario recreativo (cafeterías, terrazas o chiringuitos) y tan sólo se permiten los usos deportivo y cultural sin edificación a partir de la media hectárea de superficie y con edificación a partir de las cinco hectáreas, por supuesto en unas condiciones muy restrictivas.

¿Qué significa esto? Por ejemplo que parques madrileños como el de Berlín o el de Atenas no pueden tener esas terrazas que tanta vida les proporcionan. Sin duda, si queremos hacer unas dotaciones verdes atractivas, habrá que flexibilizar estas condiciones en el futuro Plan General.

Don Curro.

15 de enero de 2012

DIARIO ÍNTIMO AJENO, DÍA 6

Una mañana de otoño de 2011: Ronda de Valencia a la altura de la calle del Mesón de Paredes, Madrid.
Un ciclista espera a que se abra el semáforo, cosa extraña. O treinta y muchos o cuarenta y pocos, una cara sonriente y despreocupada, algo redonda y con una tupida barba no muy larga. Monta una bicicleta muy alta y sin lujos, algo vieja.
Repentinamente emite una exclamación de sorpresa algo aguda: ¡Uh! Está mirando al suelo justo debajo de él, se agacha, mete la mano en una grieta del asfalto y saca una pequeña piedra blanca, la mira y se la mete en el bolsillo del pantalón de pana, vuelve a mirar para abajo y vuelve a agacharse, saca otra piedrecita, son pesetas de las últimas que se fabricaron, de las diminutas blanquecinas más que plateadas; saca una tercera y se abre el semáforo.

Don Curro.
Pequeñas historias reales.

10 de enero de 2012

RESERVAS DE SUELO

Urbanismo I

Se supone que en la legislatura que corre, se aprobará una nueva Ley del Suelo de la Comunidad y se intentará redactar el nuevo Plan General de Ordenación Urbana de Madrid. Por esto, comenzaré una serie de reflexiones sobre el urbanismo que sufrimos en la actualidad.

La primera reflexión es sobre las cesiones en forma de suelo que hay que formalizar al desarrollar un sector urbanizable. Aquí, nos enfrentamos como siempre a 17 leyes similares pero distintas, trataré sólo la que nos ocupa, la Ley del Suelo 9/2001 de la Comunidad de Madrid.

Las cesiones de suelo exigidas en esta normativa (sin entrar a valorar los coeficientes de homogenización de los distintos usos y demás ajustes) son:
1.       Redes Supramunicipales:
1.1.             Red Supramunicipal:                         20 m2. / 100 m2. construidos.
2.       Redes Generales:
2.1.             Zonas Verdes y Espacios Públicos:     20 m2. / 100 m2. construidos.
2.2.             Equipamientos Sociales y Servicios:  30 m2. / 100 m2. construidos.
2.3.             Red de Infraestructuras:                     20 m2. / 100 m2. construidos.
3.       Redes Locales:
3.1.             Zonas Verdes y Espacios Públicos:     15 m2. / 100 m2. construidos.
3.2.             Equipamientos Sociales y Servicios:  15 m2. / 100 m2. construidos.

En definitiva: por cada 100 m2. que se edifican del uso principal, se han de ceder un total de 120 m2. de suelo en forma de parcelas. Haciendo unos números gordos, un sector residencial, con una superficie edificada media por vivienda de entre 2 y 3 dormitorios de 80 m2. incluida la repercusión de las zonas comunes, con una familia media de tres coma pocos miembros, resulta que por cada individuo se crearían 8,75 m2. de zonas verdes y 11,50 m2. de equipamientos.

Si parodiamos exageradamente lo anterior, una familia media podría disponer de una habitación en el hospital del barrio, un aula completa en el instituto y un trozo de tierra en la parcela con la que no se sabe qué hacer además de un pequeño jardín a cuidar.

Curiosamente, la misma familia en Castilla y León tendrá derecho a mucho menos, o costeará mucho menos: 40 m2. por  cada 100 m2. construidos (20 m2. para zonas verdes y otros 20 m2. para equipamientos dotacionales). Es curioso lo austero que resulta en urbanismo un viejo-castellano frente a un nuevo-castellano que es lo que era un madrileño.

Lo anterior, no es más que un despropósito que hace que los últimos desarrollos realizados en nuestra Comunidad no parezcan otra cosa que ciudades vacías, y no porque “aun no se han llenado”, sino porque su densidad es demasiado baja, nunca se llenarán.

¿Cuál es el resultado?:
1.       Exceso de suelo destinado a equipamientos e infraestructuras, que tras gastar un poco en un colegio y a algo más, no se sabe a qué destinar quedando muchos de estos solares sin edificar en el medio de las ciudades.
2.       Unas dispersas zonas verdes y unos sobredimensionados viales, auténticas autopistas dentro de barrios, todo ello costosísimo de mantener.
3.       Unos barrios con muy baja densidad de población en los que el comercio es insostenible.

Y todo esto no es más que por la falsa creencia de que la baja densidad equivale a una buena calidad de vida. Sin embargo, si se reducen estas excesivas cesiones, no sólo se reduciría el coste de la construcción, también se reduciría el coste del mantenimiento de la ciudad, se crearían ciudades más sostenibles y agradables, no por ello invivibles.

Don Curro.

2 de enero de 2012

MI PRIMER READY-MADE, ACCIDENTAL




Por sorpresa me encontré con esta fotografía en el teléfono... ¿Qué es? ¿Yo he estado aquí? ¿En qué edificio fue? Qué quería fotografiar, grietas, humedades...

No es más que la escalera que baja al aseo de un local del centro de Madrid, en el que por cierto uno puede tomarse unas copas excelentemente servidas. Pero la fotografía no se reconoce al verse tumbada, nadie de los que también tuvieron necesidad de bajar supo qué era, así que parece un espacio enigmático:


Cuando Marcel Duchap se limita a exponer un urinario de pared tumbado (Fuente, 1917), sacado de contexto y sin decir nada más; cuando Pablo Picasso se limita a exponer sus "Señoritas de Avignon" (1907) en 1916; demostraban al mundo la importancia del subconsciente en el Arte. "El Arte ha muerto", al menos en el aspecto obsesivo iniciado en la Grecia clásica de imitación a la naturaleza. Y así, en Occidente, se inaugura una nueva época en la que el artista se libera del camino iniciado con los intentos de imitación de esa naturaleza idílica definida por Platón y que había derivado hacia un arte más realista que quizá había ya culminado con Rembrandt.

Si cogemos a los más destacados hiperrealistas, López, Naranjo, etc., y les ponemos a pintar por ejemplo uno de los temas más característicos del estilo, un cuarto de baño sucio, desde el mismo punto de vista, con la misma luz, los cuadros resultantes serían sorprendentemente dispares y nos daríamos cuenta de cuán poco se parecen a la realidad; de hecho, pasaría lo mismo con unos fotógrafos.

Esto quiere decir que el arte reside más allá del empeño helénico, y siempre estuvo ahí, como una mancha informe de Velázquez vista a escasos centímetros se convierte en el más rico tejido hilado a un metro de distancia, pero tuvimos que esperar a Cezanne, Gauguin y van Gogh, y luego a Picasso, Matisse y Duchamp, para sin que estos escribiesen una sola línea que explicase su obra, quedase demostrado este hecho.

Cuando Duchamp expone el urito resulta ser un escándalo: ¡Cómo osa comparar un urinario con la Sagrada Familia y con los órganos sexuales del hombre en una misma imagen! ¡Eso no puede ser arte! Pero Duchamp no había hablado de nada de eso.

En definitiva, el arte es más expresión que imitación.

Don Curro.