28 de diciembre de 2011

TOKIO

Viajes II.

Tokio es una ciudad, además de animada, muy acogedora y agradable, en contra de lo que se puede esperar de una ciudad asiática superpoblada. Puede recordar a Londres en el sentido de que su escala es muy humana, así como en la capital inglesa es debido a la trama medieval que conserva, sin grandes avenidas, en Tokio puede que se deba a que todo está planteado a menor escala. Un plano de la ciudad engaña al visitante, todo está más cerca de lo que parece.

Lo cierto es que todo es más pequeño: las alturas de las casas, no sólo porque la estatura media sea menor, también porque se sientan en el suelo; la superficie de las casas, no sólo por lo caro del suelo, también porque están acostumbrados a un programa de necesidades mucho más escueto; hasta la altura de la tapa del inodoro es ridículamente baja. Y hablando de inodoros, ¡qué maravillas!, pero no me detendré a describirlos:


En Tokio prácticamente no hay tráfico privado e incluso relativamente pocos taxis y autobuses, los días de diario pueden parecer domingos en este aspecto. Lo que demuestra que el peatón manda sobre el vehículo, son los famosos pasos de peatones en los que se puede pasar de una esquina a la opuesta atravesando en diagonal un cruce, esto implica que el tráfico rodado se corta por completo en todos los sentidos para dejar circular a las personas.

La ciudad tiene muchas zonas en las que se concentra la actividad y parece organizada en torno a una línea circular de tren que recorre todo el centro. Sobre sus estaciones más importantes se levantan rascacielos con viviendas, comercios y oficinas, todo mezclado, y que suelen prolongarse por alguna calle que parte de la estación. Lo sorprendente es que en cuanto uno sale de estas grandes aglomeraciones de todo, se puede encontrar en pleno centro de la ciudad con tranquilos barrios de pequeñas casas unifamiliares.

 
Pero lo mejor de Tokio, lo que engancha de la ciudad, es su animación. La gente cuando sale del trabajo no se dirige a sus casas, empieza a deambular por los comercios, por los restaurantes y bares (que los hay); de lunes a domingo a partir de media tarde parece festivo. Además, al haber tan pocos extranjeros, no es un destino muy turístico y tienen una política laboral muy dura con el foráneo, despertamos mucha curiosidad y constantemente se dirigen a uno con su peculiar mezcla de timidez y educación para hablar o lo que sea. Eso sí, entorno a las once y media que cierran los trenes, la ciudad se vacía repentinamente y la juerga sigue pero en pocos sitios.

El japonés no parece ser un idioma creado para comunicarse, igual puede ser muy adecuado para la poesía, el teatro u otras artes, pero no para entenderse. Parece que disponen de tres formas de escribir: los pictogramas heredados de China, unos signos de entonación y una especie de alfabeto silábico, de fonemas. Por ejemplo, no es lo mismo decir Tókio, que Tokío, que Toooókió, cada cosa parece decir algo distinto: voy a Tokio, vivo en Tokio… ni idea. En definitiva, los japoneses no parecen entenderse bien entre sí a través de su lenguaje y menos aun de su escritura; ésta puede ser la causa por la que han desarrollado una extraordinaria señalética que permite moverte por sus ciudades sin saber un solo idioma (apenas habla alguno algo de inglés), también puede explicar la afición por el manga y que los menús  de los restaurantes, para ellos mismos, se compongan con fotografías o maquetas realistas. Resulta muy curioso ver como escriben, y a qué velocidad, en los teléfonos utilizando un idioma que no se puede ordenar alfabéticamente.

En cuanto a la arquitectura y el urbanismo, Tokio puede ser “la Meca” de oriente como Chicago es “la Meca” de occidente, hay que visitarla. Sobre el urbanismo ya he hablado ligeramente, la ciudad es el resultado de una actividad frenética, y funciona. También hay alguna intervención interesante en las que se ha coordinado la promoción privada con el espacio público (igual que en los Estados unidos antes del 11-S) para crear un espacio en varios niveles que da acceso a los edificios y los transportes: sótanos que dan al metro, calles con vehículos, puentes peatonales, trenes y autopistas elevadas…


Pero no sólo en estos grandes intercambiadores la planta de calle de la ciudad pierde su primacía, existen muchísimos edificios en los que los usos se mezclan y los comercios pueden estar en cualquier planta. Esto se puede ver en los graciosos directorios que recorren verticalmente las fachadas anunciando todo lo que albergan en las plantas superiores.

En cuanto a la arquitectura contemporánea, destacar la hotelera donde se puede ir a cenar o a tomar copas (muy buena para esto es la guía Wallpaper de Phaidon) y la comercial que refleja plenamente la locura del país por las compras:


Un último comnentario: Tanizaki en su genial libro “El Elogio de la Sobra” concluye quejándose de que, de Japón no haber optado por su aislamiento voluntario en la época Edo, hubiese podido aportar más a la cultura universal, en definitiva, cosas mejor adaptadas a sus peculiaridades y así haber sufrido menos en la asimilación del mundo occidental. Sin duda, el mejor ejemplo son los tacones: las gueisas usan una especie de plataformas que al fin y al cabo les permite apoyar el pie horizontalmente, sin embargo, las jóvenes, se empeñan en calzar unos tacones exagerados, y resulta cómico ver como intentan conseguir unos andares dignos que pocas consiguen. Por alguna razón, su fisonomía no es la mejor para andar de puntillas igual que la nuestra no lo es para sentarnos en el suelo, y entonces las rodillas se les juntan y el cuerpo se inclina hacia adelante, pero lo peor ocurre en las escaleras…

¡Japan is different!

Don Curro.

2 comentarios:

  1. Casi como estar allí.
    Éste lo tengo pendiente...y no se me escapará

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  2. Estimada Cienfu...
    Sin duda es uno de los mejores destinos urbanos para pasarlo bien, sorprenderse con un montón de mil cosas y comer como en ningún sitio.

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