El Diario Íntimo Ajeno es básicamente una recopilación de breves historias que realmente han ocurrido. El proyecto nació en septiembre u octubre de 2009, entonces ensayé unas primeras pruebas como las que aquí incorporo de ejemplo:
Jueves 15 de octubre de 2009; sobre las cuatro de la tarde; horario lectivo y de oficina. Calle de Andorra de Madrid; aparece un señor de unos cuarenta años en chándal y con cierta mala pinta; se le acerca un niño también en chándal de unos doce años que jugaba en la zona de recreo para la tercera edad; el crío dice: “¡Papá! ¿Tú qué haces aquí?” Y el padre contesta: “¡Coño! ¿Y tú?”, seguidamente le suelta un fuerte callejón a su supuesto hijo.
Domingo 6 de diciembre de 2009; sobre la una del mediodía. En algún callejón del casco histórico de Toledo; una joven de unos treinta y muchos pasea feliz por el centro de la ciudad acompañada por dos amigas de similar edad, de repente se fija en una indicación que señala el camino para llegar a la Casa de El Greco y pregunta: “¡¿Casa de El Greco?! ¿El Greco era de Toledo? ¿Nadie me contesta?...”
Viernes 26 de febrero de 2010; en un vuelo de Madrid a Santiago de Compostela. Toda la Península está cubierta por las nubes bajo el avión, hasta llegar cerca de la costa en donde se despeja el cielo; tres jóvenes viajan sentados en la última fila, han bebido y hablan en voz muy alta, conocen al aeromozo y cada vez que éste se encuentra cerca, vociferan su apellido sin que se pueda entender bien. En el instante en el que empieza a verse el suelo tras las nubes, uno de ellos grita mirando por la ventanilla: “¡Un orreo! Ah no, que es el Partenón.”
Miércoles 14 de abril de 2010; sobre las doce del mediodía. Calle de la Montera con la Gran Vía; un joven de aspecto hippie-sucio lleva puesto un peto amarillo de Greenpeace y porta una carpetilla para tomar notas; sonríe ampliamente mientras observa a los viandantes, muy relajado espera alegremente mirando con descaro a las mujeres; finalmente elige su presa: una moza de buen ver, luego otra zagala apetecible. Quién sabe, igual la encuesta está destinada exclusivamente a mujeres con un cierto aspecto...
Sábado 24 de abril de 2010; a las doce y media de la mañana. Acceso trasero al centro comercial Arturo Soria Plaza; una mujer de unos cuarenta años espera con cierto nerviosismo; se ha escotado en exceso y alzado los pechos, parece recién salida de la peluquería y está muy maquillada para las horas que son; no encaja en el lugar ni en la hora. Mira a los hombres que entran y salen del edificio, pasan unos minutos, por fin aparece el joven al que esperaba, no le conoce.
El proyecto fue abandonado en esta última historia, pero lo retomé para escribir unas pocas historias más que difundí entre amigos a ver qué pasaba:
9:17 del martes 21 de junio de 2011; en el cruce de la calle de Diego Ayllón con la de Arturo Soria.
Una persona con apariencia de comercial se encuentra con su pequeño coche esperando que se abra el semáforo. Aprovecha a preguntar a una señora, que cruza por el paso de peatones, por la ubicación de una calle de la zona; la señora cortésmente contesta que no conoce dicha calle y prosigue su camino.
Desgraciadamente, la escena ha durado lo suficiente para que un aldeano de complexión esférica, con idénticas dimensiones en todas sus direcciones, se interese por el negocio. Pregunta al conductor qué desea, pero también desconoce la calle que éste anda buscando... repite más de tres veces que no sabe de la calle sin aportar nada nuevo.
Seguidamente, el presunto comercial comete un grave error si es que se quería quitar de encima al paliza al preguntar ahora por el Arturo Soria Plaza, dando así pie al ocioso aldeano para que prosiga con su infructuosa verborrea.
Finalmente, el desinteresado viandante retoma su marcha llegando hasta la acera, pero allí se vuelve hacia el conductor y le repite, agitando en todas las direcciones un largo bastón de caña, que no conoce la calle pero que el centro comercial se encuentra en la dirección que señala con la caña, aunque ésta no cesa en su movimiento, haciendo incluso que un par de viandantes cuya integridad peligra tengan que alejarse del buen ciudadano.
14:28 del jueves 16 de junio de 2011; en la calle de Velázquez de Madrid.
Como la mismísima inocente y cruel Penélope, una motorista avanza tan lenta como ajena a su entorno montando su Vespa rosa y luciendo en consonancia un casco blanco adornado con una especie de pétalos rosas y un chaleco rosa impropio del verano.
Un enorme motorista, en una Honda negra de gran cilindrada, irrumpe entre el tráfico con su brusca conducción, además llama la atención su tupida y desaliñada barba blanca a pesar de la cual y del casco, se percibe una enorme sonrisa y un expresivo rostro.
A la altura de la personificación de Penélope comienza a emitir unos agudos silbidos que son oídos incluso por los conductores de los coches climatizados. Sin embargo, sobrepasa imprudentemente cerca a la dama sin que por supuesto ella parezca inmutarse.
El barbudo motorista sigue avanzando entre los coches y al intentar pasar entre dos de ellos, en el último momento, se arrepiente y ha de frenar bruscamente clavando la rueda delantera, entonces emite un grito de guerra: "¡Euscal! ¡Erría! –pronunciado tal cual, en dos palabras-. Los coches le abren el paso y sigue avanzando en realidad de forma muy ineficiente, pero con su particular espectáculo.
8:57 del viernes 3 de junio de 2011; en la calle de Alcalá de Madrid.
Una persona que sobrepasa los cincuenta años avanza en dirección contraria al tráfico por el borde de un ancho paso de peatones. Viste unos sosos pantalones y camisa color caqui; intenta parar un taxi, les llama estirando el brazo derecho de una forma demasiado rígida con la mano también estirada, como si saludase al "líder".
Pasan al menos tres taxis y ninguno de ellos para, en su rostro, enmarcado por un pelo cuidadosamente peinado y cruzado con un escueto bigote trapezoidal, se empieza a reconocer un creciente cabreo.
Casi seguro que no es consciente de la imagen que trasmite... Y luego dicen que los taxistas son unos fachas.
20:05 del martes 24 de mayo de 2011; en el bar bajo el tendido cinco de Las Ventas.
Un joven sale lanzado desde la puerta del tendido estando a punto de caer al suelo, pero finalmente se estabiliza junto a la barra del bar. Ha comenzado el cuarto toro y no le dejan pasar a la grada, el joven se ha enfrentado a los porteros que han terminado por rechazarlo violentamente. El mozo empieza a quejarse a voz en grito: ¡Es la primera vez que vengo a Las Ventas! ¡No me habéis avisado de que no podía salir! ¡Vengo desde Málaga sólo para ver a Mora!...
Al mismo tiempo, dos jóvenes mexicanos están pidiendo sendos cubatas dobles, uno de ellos golpea la barra con dos billetes estirados de cincuenta euros a los que misteriosamente hace sonar como listones de madera. La camarera les rellena los vasos con el ron, ellos le recuerdan que eran dobles, ella vierte un escaso chorro más, ellos se enojan y protestan, aparece otra camarera y asevera que lo servido son dobles, la primera mientras aprovecha para verter la soda y ellos rechazan la copa y amenazan con irse sin pagar, la segunda camarera vierte otro poco de ron hasta llenar el vaso y los mexicanos ahora parecen conformarse.
Seguidamente los americanos se interesan por el vociferante malagueño que les responde enfadado con el Mundo:
- Al menos vosotros estáis aquí voluntariamente, a mi no me dijeron que cerraban la puerta.
- Lo puedes ver en la tele -intenta templar el ambiente uno de los mexicanos señalando el monitor que hay sobre el bar.
- No quiero -contesta dando la espalda a la barra y mirando al suelo cual pataleta de un crío.
Los mexicanos prosiguen la charla a la que se une la segunda camarera y pronto, todos felices; menos el malagueño que sigue en sus trece.
9:04 del lunes 23 de mayo de 2011; gasolinera del cruce entre las calles de Francisco Silvela y Príncipe de Vergara de Madrid.
Un alto y fofo hombre con acento peruano, colombiano o de la antigua zona de la "Gran Colombia", sin apenas rastro de mestizaje pregunta a la impertérrita dependienta de su mismo origen pero de constitución más bien aimara por los tipos de gasolina:
- La "plas" es la más barata, ¿no?
- ¿Cómo? -con ese conocido lánguido tono.
- ¿Cuál es la gasolina más barata? ¿La "plas"?
- No, la "plus" -contesta cortante-.
- ¡Ah!, la "plas".
- No, la "plus" -sin concesiones-.
- Si, eso, la "plus" -con resignación-.
10:52 del miércoles 18 de mayo de 2011; incorporación de la M-40 a la carretera de Toledo.
De la parte cóncava de la curva que desciende a la carretera aparecen dos jóvenes que reflejan miedo y preocupación en su rostro, visten con unos uniformes de los servicios sociales del Ayuntamiento de Madrid; les sigue un viejo o más bien un señor castigado por la vida con la mirada completamente perdida y una larga y enredada barba blanca.
Los jóvenes intentan parar el tráfico infructuosamente para escapar de la isleta en la que están atrapados, los conductores no les ven hasta el último momento y no pueden frenar. Con la angustia del momento desatienden al rescatado que se ha quedado atascado a horcajadas en el quitamiedos al intentar saltarlo.
14:48 del viernes 13 de mayo de 2011; calle de Hortaleza de Madrid.
Un treintón desaliñado espera junto a un cajero por las gestiones de un tercero. Viste de "sport" y muestra una cuidada barba recortada intentando parecer que no se ha afeitado. Fuma con toda tranquilidad, no parece tener prisa y su expresión es la de un completo pánfilo, un ser anodino; pero lo que realmente llama la atención es que sobre la cabeza sostiene en equilibrio un alto taco de periódicos con sus respectivas revistas envueltas en plásticos cual cántaro.
8:38 del jueves 12 de mayo de 2011; calle de Silvano de Madrid.
Un obrero permanece en la acera al pie de la calzada junto con otra persona vestida de calle. El primero lleva el mono azul, sin camiseta debajo y con la cremallera abierta hasta casi el ombligo mostrando la corpulencia propia su gremio y una clásica barriga cervecera.
Las dos personas aparentan estar esperando a un camión pues el operario lleva en la mano una señal de tráfico. En la animada conversación que inician, el obrero empieza a mover la señal de "stop" de arriba abajo, los semáforos próximos se abren y unos indecisos coches se aproximan a la pareja en ambos sentidos; no hay obras, no hay obstáculos, pero vistosamente se mueve una señal de "stop".
Repentinamente, el obrero se percata de la situación y con un movimiento sorprendentemente rápido esconde la señal tras su espalda como el niño travieso que dice eso de "yo no he sido".
1:10 del sábado 7 de mayo de 2011; calle del General Perón de Madrid.
Una incipiente pareja con aparente poco futuro discute animadamente junto a una moto; ella alta y rubia, el blandito y con voz suave:
- Yo soy París Texas -dice él-.
- ¡No! Yo soy París Texas. Tú eres Oldboy.
- Bueno, yo soy París Texas y tú Oldboy.
- ¡No, al revés! Tú eres Oldboy.
- ... Y tú París Texas –tras el acuerdo emiten unas risitas nerviosas y ella da un ligero brinco de emoción apoyándose sobre él-.
La rubia podría tener algún parecido a Nastassja Kinski, pero el ser regordete poco recordaba al protagonista de Oldboy.
10:19 del viernes 6 de mayo de 2011; calle de la Princesa de Madrid.
Dos altos y desaliñados sujetos salen del intercambiador de transportes, son extranjeros, hablan un extraño idioma, probablemente del este de Europa. Visten como elegantes vagabundos, como peregrinos sin destino, ambos con unos llamativos pantalones vaqueros de colores pastel con bolsillos algo más oscuros. Uno de ellos se adelanta repentinamente acelerando el paso con dos grandes zancadas para terminar de cruzar la calle, se agacha y coge una moneda de cobre, no más de cinco céntimos; sonríe y se frota con ella de canto por la rubia barba a la vez que murmura alegremente algo a su amigo.
16:55 del viernes 29 de abril de 2011; calle de Andorra de Madrid.
Una señora de más de cincuenta años con un aire muy monjil se encuentra frente al telefonillo de una torre de viviendas. Junto a ella está quien parece ser su hija de unos trece años, ésta vestida de negro pero con la cara limpia y despejada.
La señora pregunta al interlocutor situado al otro lado del telefonillo cómo se encuentra. Una voz característica de anciana contesta lentamente: "Pues mal chica. Mi hermana ha muerto hace poco... de cáncer de próstata... ¡Ay!, digo de páncreas."
13:09 del miércoles 20 de abril de 2011; calle del Burgo Nuevo en León.
Un cofrade descansa tomando un mosto en una de las mesas altas que tiene el Mesón del Burgo en la calle.
Tiene unos treinta y pocos años, es alto y corpulento, viste un uniforme de tela barata propia de la ocasión. Todo le está pequeño: la ridícula corbata amarilla anaranjada asoma su extremo fino apenas unos centímetros bajo el nudo, las mangas de la chaqueta dejan al descubierto medio antebrazo atrapando incómodamente la camisa y los pantalones pesqueros se ajustan fuertemente a las piernas dejando a la vista unos calcetines granates a juego con los zapatos.
Está muy feliz rodeado de los suyos pero llama la atención ese uniforme de infante en el que se embute este grandullón.
Don Curro.
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