1 de noviembre de 2011

CHICAGO

Viajes I.

Chicago, a finales del siglo XIX, es una de las ciudades del planeta en la que más dinero circula, y esto se debía a que el comercio de las materias primas era todavía la mayor fuente de riqueza de un país. Todo producto agrícola o ganadero salido de las llanuras centrales de Estados Unidos tenía una vía rápida y dos caminos para su comercialización: por Nueva Orleans, bajando el río Mississippi; o por Chicago (y los grandes lagos), remontando el Upper Mississipi. (Esto explica el nombre de los Chicago Bulls o los clubs de jazz).

En esta situación de riqueza, sufren el incendio de 1871, que deja el centro de Chicago completamente barrido; y es la oportunidad para reconstruir la ciudad sin problemas de presupuesto. El objetivo que se marcaron fue rehacer una ciudad moderna y ejemplar de cara al mundo; tenía que estar lista para la celebración de la exposición colombina del 400 aniversario del descubrimiento de América, y que se celebra en 1993 (no llegaron a tiempo, para que luego digan).

El arquitecto valenciano Rafael Guastavino y su hijo, se aprovecharon del incendio para desarrollar su negocio de bóvedas de ladrillo a las que no afecta el fuego; aunque las más famosas están en Nueva York como la de Grand Central (merece la pena ir al Oyster Bar a comer eso mismo cocinado de formas muy variadas, bajo las rampas de la estación en donde han picado el revoco dejado el ladrillo visto).

Volviendo a Illinois; tras el incendio de Chicago surge la famosa “Escuela de Chicago” (de arquitectura, claro), con los primeros rascacielos y ascensores de la historia, y el empleo de una calidad de materiales que es difícil de repetir. Todas las obras de la Escuela están en el “Loop”: el impresionante Roockery building con su escalera de alabastro y forja atravesando la cúpula acristalada del patio central, el Reliance building que se dice que es la primera fachada independiente de la estructura, el Monadnock building, el Fine Arts building… pero sobre todo, destacar el Auditorium Building de Adler y Sullivan.

El Auditórium Building, se construyó para la exposición colombina con un triple uso: un hotel dando al lago por la fachada este, un gran auditorio-teatro con acceso desde la fachada sur y un edificio de oficinas que mira al interior del Loop.

El edificio fue prácticamente abandonado al poco de inaugurarse ya que las exigencias a los hoteles cambiaron, y se empezó a pdemandar un aseo por habitación; el teatro con capacidad para más de dos mil personas no tenía sentido en una ciudad tan pequeña por lo que se construyó otro auditorio más al norte para la Chicago Orchestra; y al construirse el famoso metro elevado que bordea el Loop, parece que las oficinas que daban a las vías dejaron de gustar. Mala suerte, no obstante, hoy en día lo ha adquirido la Universidad de Chicago y lo está restaurando poco a poco.

El edificio tiene muchas singularidades, por supuesto es uno de los primeros en disponer de ascensores debido a sus creo que diecisiete plantas de altura. Pero también fue uno de los primeros en ser iluminado totalmente con bombillas eléctricas (alguna se conserva hoy en día, con filamentos de milímetros de diámetro) y en dotarse con un sistema de refrigeración: los arcos fajones del auditorio son falsos, están huecos y tienen toberas a lo largo de su desarrollo; mediante barcos, bajaban hielo del norte del lago Míchigan, que almacenaban en el sótano del edificio en donde habían instalados unos grandes ventiladores que impulsaban el aire a través del propio hielo y luego de los mencionados arcos.

Hay otras peculiaridades más interesantes para el gremio de la arquitectura, como que el foyer fue proyectado por el entonces becario Frank Lloyd Wright. El esquema de bancos dispuestos perpendiculares a una chimenea exenta que divide un espacio diáfano luego lo repetirá en muchos edificios como en la maravillosa Robie House al sur de la ciudad.

Dicen que Sullivan hico más de diez auditorios, y que en todos ellos la acústica es impecable. El secreto es que el fondo del patio de butacas no tiene paredes que lo separan del foyer y no se producen apenas reverberaciones, pues el sonido se pierde por los distribuidores; y además, un espectador que llega tarde puede acceder a la función sin molestar. El esquema del auditorio es el clásico italiano de tipo basilical ya que aun no había desarrollado Hans Scharoun la genialidad de la Filarmonía de Berlín.

Una anécdota más sobre el edificio: el vestíbulo principal, en lugar de tener el suelo horizontal está inclinado con forma de cúpula, ya que todo el peso de la construcción se concentra en los muros del perímetro dejando libre tanto el patio de butacas como la enorme caja escénica, esto ha producido, que al estar cimentado sobre el fango del delta del río, los muros se hayan hundido pero no el suelo central. Este efecto involuntario genera un espacio muy interesante al entrar.

Y además de todo lo anterior, Chicago es una de las ciudades más agradables del mundo (si nos olvidamos del clima que sufre) en la que uno puede visitar las primeras obras de Wright en Oak Park (su propia casa-estudio, el Unity Temple, etc.), algunas obras de Mies van der Rohe, y toda una serie de edificios contemporáneos muy interesantes como el John Hancock, las Marina Towers, etc.

Don Curro.

1 comentario:

  1. El anterior “post” comenzaba con una breve exposición de las condiciones que propiciaron la aparición de la Escuela de Chicago de arquitectura que tanto veneramos: el devastador incendio que asoló la ciudad y una enorme riqueza debida al comercio de los productos provenientes del centro de los Estados Unidos.

    Recientemente, y aquí lo comento por curiosidad, leí en el último libro del genial Bill Bryson, “En Casa” (*), una explicación más amplia de por qué Chicago se convirtió en el centro de distribución del comercio de las planicies americanas: el inicio a mediados del siglo XIX de la exportación a grandes distancias de productos perecederos gracias a la utilización por primera vez del hielo de forma industrial. En resumen, no sólo Chicago se comunicaba con el Mississipi y los Grandes Lagos además de a través de la línea férrea con ambas costas, también disponía de hielo natural al norte del lago Míchigan en una época en la que se extraía pero no se fabricaba; el mismo hielo que se utilizó para el que dicen fue el primer aire acondicionado instalado en un edificio, el del Auditorium Building.

    "Chicago se convirtió en el epicentro de la industria del ferrocarril en gran parte porque era capaz de generar y conservar enormes cantidades de hielo. <...> Por primera vez en la historia, los alimentos no tenían que consumirse obligatoriamente cerca del lugar de producción."

    Don Curro.

    (*) De este mismo autor, tan entretenida como divertida, muy recomendable: “Una Breve Historia de Casi Todo”, la historia de cómo se ha llegado a saber lo que se sabe en lo relativo a la ciencia.

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