23 de mayo de 2012

¿ENTRAMADOS DE MADERA?


La gran mayoría de los edificios antiguos de Madrid se sostienen sobre muros de fábrica de ladrillo macizo armados con un entramado de madera compuesto de pies derechos cada par de metros o menos, carreras o durmientes sobre capiteles que no son más que el durmiente duplicado en un tramo y a veces atados intermedios horizontales y cruces de san Andrés.

Esta madera, situada sin ventilar dentro de los muros, es la que más sufre frente a las agresiones de la humedad o de los xilófagos. El ladrillo prácticamente no se deteriora y es difícil encontrarlo en mal estado y el mortero utilizado en la fábrica tan sólo se encuentra disgregado en algunas zonas afectadas por la humedad mientras que los elementos de madera suelen aparecer en muy mal estado ya sea por pudrición o porque han sido literalmente digeridos.


Un ejemplo de un pie derecho y una carrera embebidos en un muro de una cocina y que se han podrido completamente por la humedad.


 Podemos entender que las maderas se utilizasen como viguetas para montar los forjados por ser el material más adecuado entonces, pero hoy en día, vistos los problemas que genera su utilización, es difícil de entender que se recurriese a este caro elemento dentro de los muros. Por otro lado, es curioso que las fachadas principales de los edificios suelan ser enteramente de fábrica de ladrillo sin el entramado de madera y por lo tanto, son los muros mejor conservados del edificio a pesar de disponer al menos de un par de bajantes encastradas que han ido perdiendo agua durante años.

Las ventajas que pueda aportar un entramado de madera al comportamiento estructural del edificio frente a los muros compuestos sólo de fábrica de ladrillo no parecen ser significativas: resuelve la transmisión de cargas de los forjados a los muros, bueno, pero con el durmiente sería suficiente sobrando todo el resto de los elementos; los pies derechos hacen que los durmientes no interrumpan la continuidad del muro si este ya no es muy grueso, cierto, pero entonces sobran en los muros perpendiculares en los que no se apoyan los forjados; otorga más elasticidad al muro, vale, pero Brunelleschi ya nos demostró en su colosal cúpula que el ladrillo puede trabajar a tracción gracias a sus juntas y las trabas, precisamente por eso todos los castillos militares construidos tras la invención de la pólvora se levantan con ladrillo por ser sus muros más elásticos que los tradicionales de piedra.

El resultado hoy en día, es que gran parte de las operaciones de rehabilitación de un edificio consisten en sustituir los elementos dañados de madera y muy pocas en reconstruir los muros de ladrillo.

Don Curro.
Rehabilitar Madrid VI.


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