Urbanismo V
Siendo breve, en Europa nos podemos encontrar ciudades
de tradición romana cuyas calles se
componen de alineaciones de fachadas que no dejan intuir el interior o el
volumen del edificio que esconden y ciudades, que con un carácter más gótico, dejan intuir la dimensión de sus
construcciones.
Entre las primeras tenemos los ejemplos de Madrid o
Roma (como es lógico), en donde se procura a su fachada principal un lujo muy
superior al interior del edificio que no se ve. Esto puede interpretarse como
una degeneración de cómo los romanos, al interpretar los templos griegos, los
transformaron en fachadas; por ejemplo: anteponen una portada al magnífico
volumen escultórico de el Panteón de Agripa, ¿qué pintan esas columnatas y ese
frontón?
Entre las segundas tenemos ejemplos como París o
Londres, sus edificios se muestran como volúmenes, sus cubiertas nos dan una
idea del tamaño de la construcción y las alineaciones de las calles no son continuas.
Esto hace que se traten igual las fachadas interiores que las exteriores, no se
distinguen, ya que los edificios se entiende como una unidad; algo que recuerda
a los templos griegos originales, plantados como esculturas en mitad del
paisaje.
Sin embargo, en París se abrieron grandes avenidas, se
convirtió la ciudad en imperial y su
crecimiento tuvo como resultado una ciudad inhumana. Mientras tanto, Londres,
la única metrópoli que sobrevivió a la Edad Media, mantiene casi íntegras sus
trazas góticas siendo uno de los núcleos urbanos más agradables del mundo a
pesar de sus millones de habitantes: ¿qué calle londinense es comparable con la
avenida de los Campos Elíseos? ¿Oxford? ¿Strand? ¿la moderna Regent?... una ciudad para perderse.
Don Curro.
Y también hay ciudades extrañas como la muy agradable Berlín, en la que se mezcla la trama de la propiedad privada con la de los bloques socialistas. Esto se puede apreciar muy bien desde la torre de la televisión de Alexanderplatz.
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